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VII Jornadas del Bonito del Norte de Casa Menendez en la Región de Murcia

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May 29, 2017 Eventos 0 Comments

Gastronomía y cultura sellan la unión de asturianos y murcianos

“Casa Menéndez”, de Águilas, ganó, este mismo año, el concurso internacional que le acredita como elaboradores de la mejor fabada del mundo fuera de Asturias

Cada año, por estas fechas, celebramos un acontecimiento que une a dos tierras distantes, distintas, pero que, gracias a esas diferencias, suman sus culturas, acumulan valores y ofrecen como resultado una riqueza gastronómica, paisajística, marítima, cultural y en todos los sentidos que engrandece a estas dos comunidades uniprovinciales de nuestra “piel de toro”.

Es en Águilas (Murcia), donde nos encontramos el “Restaurante Casa Menéndez”, un establecimiento coqueto, simpático, de reducidas dimensiones, pero enorme en su dedicación, en su afán por presentar un producto asturiano magníficamente elaborado y complacer al cliente por encima de todo, brindándole unas instalaciones mimosamente cuidadas, limpias, agradables y en las que instalarse para degustar lo que sale de sus fogones es todo un placer convertido en lujo asiático.

Sus jornadas gastronómicas se han convertido en dos citas ineludibles que se localizan en dos lugares del calendario diametralmente opuestos por lógicas razones de temperatura. De una parte, las dedicadas a “Les Fabes” que, por la “densidad” del producto, parece más razonable que se celebren en momentos más invernales, razón por la que las llevamos a Diciembre. Ahora, en pleno verano, damos cabida a algo más fresquito y marítimo como es el “Bonito del Norte”, identificaciones entrecomilladas que sirven, igualmente, para otorgar denominación, respectivamente, a ambos eventos.

Encaramos, pues, durante los días 20, 21, 22 y 23 de Julio, las “VII Jornadas Gastronómicas del Bonito del Norte en ‘Casa Menéndez’”, aunque bien es cierto que la fecha clave, la de los actos protocolarios, con gaiteros, galardonados, entrega de distinciones y demás, tendrá lugar el día 22, sábado, jornada de la semana que es, por obvias razones, la que siempre elegimos para tal celebración.

En todos nuestros comentarios, textos escritos, notas de prensa, reseñas de los galardonados y demás elementos de comunicación, venimos destacando, este año, algo que, para nosotros, es tan esencial como singular y entrañable. Y no es otra cosa que nuestros primeros diez años de singladura cocinera en esta bendita tierra aguileña, dotada de litoral marítimo, grandes fiestas, excelentes carnavales, rica gastronomía, preciosas calas, exquisitos paisajes y, sobre todo y por encima de todo, gente tan maravillosa como entrañable y cercana. Pero no pequemos de exceso de humildad y omitamos, porque nos sería lógico, que, este año, además, hemos ganado el concurso internacional que nos acredita como elaboradores de la mejor fabada del mundo fuera de Asturias. A todos esos valores, que no son pocos, y los que no reseñamos para no resultar cansinos, quiere “Casa Menéndez” dedicarle este décimo aniversario con el que, Teresa y Bautista, sus únicos y exclusivos responsables, se llenan de honor, se sienten cubiertos de gloria y se hallan tremendamente orgullosos de haber dedicado esta parte última de sus vidas a trabajar en la defensa del producto asturiano y hacerlo familiar y atractivo en tierras murcianas.

Que los medios de comunicación, asturianos y murcianos, así como de diferentes latitudes geográficas, se hagan eco de este ambicioso proyecto gastronómica, no deja de ser un lujo, convertido en aliciente adicional, que nos responsabiliza y nos hace exigirnos todo lo mejor de nosotros mismos para encarar el futuro con optimismo y el presente con intensa responsabilidad.

En esta ocasión, son nuestros galardonados, en primer lugar, Caravaca de la Cruz, coincidiendo con su “Año Santo Jubilar”, simpática, cultural, histórica y monumental población a la que dedicamos nuestro galardón conocido como “Pueblo Ejemplar”, denominación que desenmascara, sin más comentarios, el por qué de su concesión, tan merecida como gustosamente otorgada.

Los dos “Bonitos del Norte”, en esta ocasión, van a parar a manos, por una parte, de Ana Paz Paredes González, periodista de raza y mujer profundamente comprometida con la divulgación de la cocina asturiana en todos sus rincones, habiéndose recorrido, para su sección periodística, todos los establecimientos más diminutos del Principado, sin buscar a cambio nada más que lo recóndito y menos conocido que se elabora en las cocinas de su tierra, recetas, crónicas, valores y divulgaciones que ha plasmado en sus libros con el respaldo del medio de comunicación para el que trabaja: “La Nueva España”. Una forma inmejorable de poner en valor elaboraciones culinarias menos conocidas y tener controlados productos enriquecidos a precio razonable.

El otro “Bonito del Norte” recae, este año, en Isabel Navarro López, licenciada en filología románica por la Universidad de Murcia, colaboradora radiofónica, televisiva y de medios impresos, así como madre de periodista, extremo que le mantiene muy pegada al mundo de la comunicación. Es, además, autora de los libros “Comer en el Puerto” y “La Boca del Agua”, a lo que suma un enriquecido currículum académico, comunicador, social y muy cercano a la cultura en todos los órdenes.

El acto de entrega de galardones, como ya es habitual, estará presidido por la alcaldesa de Águilas, Mari Carmen Moreno Pérez, quien, además, nos otorga engrandecimiento, afectivo y municipal, con su siempre cariñosa representación oficial y presencia personal, sin olvidarnos de la banda de gaitas “Mozos del Convento”, de Lorca, que pone el color, sabor, ambiente y sonido asturiano en estas entrañables jornadas.

Bonito del Norte 2017 Ana Paz Paredes

CON LO PROPIO POR DELANTE

Encontrarse con Ana Paz Paredes González, es hallar a una mujer aventurera, trabajadora, responsable, comprometida, cercana, sencilla, amiga de sus amigos y de los amigos de sus amigos, si se nos permite el clarificador juego de palabras, servicial, atenta y, sobre todo y por encima de todo, animada, en cualquier momento, a ensalzar, engrandecer y poner en valor las virtudes de su rica tierra asturiana. Pocos periodistas, como ella, se han dedicado a recorrerse, encantada, además, los rincones gastronómicos más sencillos, humildes y menos dotados, pero, eso sí, en los que, a veces, encuentra enormes sorpresas como guisos tradicionales, cocinados realizados con ese toque peculiar y selecto que la “señora María” de turno, o la guisandera de que se trate, saben concederles.

Esa combinación de sabores afrontada con productos sencillos, pero que, luego, forma parte del deleite, la esencia gastronómica y el placer para los sentidos. Y, todo eso, solamente se descubre cuando pones rumbo a un destino incierto, engulles kilómetros de calellas en un ambiente agrícola precioso, unas veces soleado y la mayoría húmedo y lluvioso, localizas cosas que no valen la pena, sí, pero también te tropiezas con otras que son santo y seña de la identidad asturiana, elaboraciones, detalles y combinaciones culinarias que, en muchos casos y por falta de sosiego y afán investigador, no conocen muchos de los habitantes del Principado.

Pero, ella, les ha tomado la medida, el pulso y la valoración a base de visitas, vuelta a visitar y comprobación personal en restaurantes de menor nivel, bares de batalla o los famosos chigres en los que tanto y tanto ha investigado y trabajado. Una afición que, además de como periodista reconocida que es, quizás le venga de su infancia, cuando disfrutaba de fines de semana en el pueblo, con sus abuelos o sus tíos, en Llanera, lo que le generó querencia permanente, conservada e incrementada en su edad adulta, por la aldea, las tradiciones, los viejos oficios, las tareas artesanales y todo lo relativo a los pueblos y quienes ponen vida en ellos.

No venimos aquí, en esta ocasión, a ensalzar sus reconocimientos literarios y periodísticos, que los tiene y de forma abundante; las responsabilidades ostentadas en su sector, que las ha afrontado con brillo; sus libros gastronómicos ampliamente reconocidos y considerablemente distinguidos como guías gastronómicas y recetarios de auténtico lujo, vividos con pasión personal y cercanía a los autores de los cocinados; sus nombramientos que le convierten en asturiana de primera, algo que lleva con una humildad impecable e indestructible, no, ni mucho menos venimos a reseñar todo eso. Hoy queremos, esencialmente, destacar su amor a la gastronomía asturiana, la pasión por su Principado, el inquebrantable ánimo de apoyar a su tierra, sus costumbres, tradiciones, idiosincrasia y valores que le hacen sentirse, por encima de cualquier otro aspecto, asturiana por todos los poros de su cuerpo, cuya epidermis rezuma grandeza, alberga generosidad, soporta inclemencias y, con todo ello, disfruta proyectando las enormes riquezas, sólidas y líquidas, que su bendita tierra ofrece para dibujar, junto a los fogones, auténticos platos convertidos en los cuadros más valiosos de la policromía gastronómica y acompañarlos con esos líquidos de la tierra que alimentan, refrescan, ayudan a la digestión más pesada y pasean, en sus etiquetas, el nombre de Asturias por todo el mundo.

Y es que una mujer que habla de pucheros en vez de rimbombantes elementos de cocina, que adora la tradición por encima de los modernismos, que otorga mérito a una buena elaboración culinaria de manera muy distante a un plato que solamente ofrece imagen, pero no sabor enriquecido, así como todos esos valores y virtudes que le adornan, no es más que una periodista que ama su profesión, como ha demostrado desde diferentes medios con publicaciones por ella firmadas, sí, pero que ha tenido la gentileza y la generosidad de utilizar un medio tan expansivo como el periodismo, no en beneficio propio, sino apoyando a la colectividad gastronómica asturiana, favoreciendo a sus pequeños, pero afanados y selectos cocineros que, con menos nombre y popularidad, se esfuerzan como el que más en la defensa de sus tradiciones y el alquimismo que practican en los fogones, viendo, impulsando y hasta soñando con el engrandecimiento, como ella hace y siente, de las muchas personas desconocidas y olvidadas que, con su silente y humilde tarea, han creado, con su maestría culinaria, libros como los que ella ha escrito, han ofrecido platos tan humildes como baratos, pero con auténticos manjares en su presentación y han hecho gozar a muchas personas anónimas, saboreando auténtica artesanía que solamente perdía su textura y presencia cuando era devorada por los comensales a los que, su olor, sabor o humeante aspecto, abría el apetito de manera tan intensa como placentera.

Disfrutemos estas jornadas en las que vamos a tenerle entre nosotros, porque nos eleva el espíritu y, también, el orgullo, cómo no; nos llena de honor, nos posibilita el comer con la presencia y la compañía de una auténtica maestra y profesional de los “fogones escritos” y con la que, si nos lo permite y haciendo uso parcial de su nombre, gozaremos de Paz en todas las Paredes de nuestra casa que, por supuesto, es la de todos ustedes. Disfruten de Asturias, de sus productos y de personas tan especiales y entrañables como Ana Paz Paredes González.

Pedro Antonio Hurtado García

Bonito del Norte 2017 Isabel Navarro López

UNA MUJER DE BANDERA

Cuando se tiene oportunidad de compartir mesa, mantel y alimentoscon Isabel Navarro López, no estamos ante la causalidad convertida en suerte, salvo que sea la ocasión inicial, porque, después, lo buscas, lo prefieres y lo anhelas, ya que recuerdas aquella “primera vez” que siempre existe en todo, cuando observaste que la manera de disfrutar los buenos platos crece, exponencialmente, al gozar de la compañía de una persona que te comenta sus contenidos con pasión, hace una narración en un clima de sensibilidad, cuidadoso mimo y sabiduría, te explica por qué se mezcla con esto o por qué, con esto otro. Y te razona cómo podría haberse presentado en otro formato, no como mejor, sino, sencillamente, como diferente. Otros valores, otros sabores, otras opciones y alternativas diversas que sus amplios conocimientos le hacen ver con agilidad, sencillez, soltura y habilidad inmediata cuando un plato se coloca ante su vista.

Y, por si no era suficiente, nunca hace un comentario con ánimo crítico, no, en absoluto. Crea la opinión intencionadamente y, si lo hace, es para valorar favorablemente el trabajo de la cocina, el cariño que se pone en la elaboración, la búsqueda del sabor más apropiado y, en esencia, poner de manifiesto el buen gusto que atesora esta mujer que goza de muchos valores, pero que ha logrado convertir la cocina en una pasión literaria, en un ejercicio que practica en su ambiente familiar y con el que disfruta cuando recibe amigos en casa.

Sin quererlo, ni buscarlo, su palabra sencilla y su opinión humilde acaban convirtiéndose, para el oyente, en cátedra de primer nivel, tal como le ha ocurrido, en sus colaboraciones radiofónicas y periodísticas, a esta mujer de enriquecido curriculum académico que cursó estudios de Magisterio y Pedagogía, en Murcia. Posteriormente, trabajando ya como maestra y en su inquietud por saber, aprender y formarse más, cada vez, consiguió la licenciatura de Filología Románica por la Universidad de Murcia.

Como ha tenido la suerte de que el arte, la cultura, la literatura y la información recorran todos los pasillos de su casa, cada día, al tener un esposo artista, un hijo periodista y conformar una familia, en definitiva, amante del conocimiento, también ha colaborado, como buena y envidiable madre, en “Las Cosas del Puerto” y “El Puente”, los programas con los que se estrenó en el medio radiofónico su hijo, el periodista Adrián Buenaventura.

Pero, ella, no se conforma con hacer unos pocos pinitos, no, ni mucho menos. Ella está acostumbrada a querer más y lograr el triunfo, quizás sin buscarlo, porque no se detiene ni un instante. De tal forma que es autora del libro titulado “Comer en el Puerto”, que ofrece cincuenta recetas de otras tantas mujeres de Puerto Lumbreras, el municipio murciano en el que vio la luz primera.

Y ha sido en la murciana televisión, conocida como “La 7-Región de Murcia”, donde ha colaborado en los últimos años, apoyando y fortaleciendo los contenidos del programada denominado “Calle Mayor”, así como aprovechando el espacio que le brindó la emisora “Onda Regional de Murcia” para desarrollar el programa conocido como “MuryCia”. Y, como valor añadido a todo lo comentado, ha publicado múltiples colaboraciones en medios impresos como “La Opinión de Murcia”.

En su gran labor literario-cocinera, si se nos permite la denominación, publicó el libro “La Boca Agua”, en el que podemos encontrar cincuenta y tres pequeños relatos que giran en torno al universo emocional de la cocina y que fueron publicados, semanalmente, en la contraportada del mencionado periódico, a lo largo de ese año completito que arrojan las cincuenta y tres semanas de publicaciones en tan distinguido espacio del diario murciano.

Hemos relatado sus titulaciones académicas, hemos reseñado sus aportaciones literarias, no nos hemos olvidado de sus incursiones periodísticas, ni de su labor comunicadora, didáctica y certera en todo lo que toca, pero, si existe una manera clara y bien argumentada de definir a esta mujer, es llamarle “colaboradora”, porque es esa persona que aporta su grano de arena en todo lo que se le solicita e, incluso, en lo que no se le pide, ya que su espontaneidad, su afán por ayudar, su ánimo de mejorar esta sociedad, su espíritu para erradicar la mediocridad que nos invade y otros muchos valores que atesora, le agitan la sangre y le activan el sistema nervioso para ayudar en todo lo que a su alcance esté. Y, además, sin buscar a cambio nada diferente a una sociedad más igualitaria, menos distante, más uniforme, bastante más equilibrada y en la que no brille nadie por su condición material, sino por sus valores humanos, afectivos, sociales, culturales y reivindicativos en favor de la colectividad y, especialmente, de la gente más humilde.

Y, ante todo lo comentado y como valor añadido a esa denominación otorgada de “colaboradora”, digamos que, igualmente, le encaja a la perfección lo de “Una mujer de bandera”, en el sentido más noble y respetuoso de la expresión. Un honor y un lujo tenerle entre nuestros galardonados.

Pedro Antonio Hurtado García

Bonito del Norte al Pueblo Ejemplar de Caravaca de la Cruz

CARAVACA DE LA CRUZ: ORGULLO DE SUS HABITANTES, PATRIMONIO UNIVERSAL Y DESTINO MUNDIAL, COMO CAMINO A SEGUIR

La calificación de “Pueblo Ejemplar” no es fácil de otorgar porque, sin volvernos excesivamente exigentes, sí parece razonable que, por lo menos, se disponga de una mínima serie de valores, atributos, condiciones y virtudes que, combinados todos ellos, pueden empujarnos a asignar esa calificación, pero no es fácil que en un mismo municipio se dé esa colección de favorables factores, salvo que pensemos en pueblos como el que este año nos ocupa, un lugar en el que no solamente se concitan virtudes y valores de todo tipo y condición que, sumados, pueden aconsejar una asignación de esta naturaleza, no, no es el caso, porque a Caravaca de la Cruz le sobran condiciones, como ahora vamos a tratar de reflejar, para merecer esa distinción o cualquier otro reconocimiento o galardón en el que pueda pensarse.
La Ciudad Santa, como también se le conoce, goza del inmejorable “imán” de atraparte, retenerte, embelesarte y obligarte a volver, una y otra vez, hasta “engancharte” como la más peligrosa droga que pueda tocarte en suerte. Pero… ¡¡¡bendita droga!!!.
Si nos referimos a sus fiestas patronales, apresurémonos a resaltar la celebración de los “Caballos del Vino”, un acontecimiento que aspira a ser declarado “Patrimonio Inmaterial de la Humanidad”, por la Unesco, un festejo al que el tantos años capellán de la Real Basílica, Pedro Ballester Lorca, describió con una acertadísima colección, en forma de trilogía, de muy atinados y concluyentes adjetivos: “Único, insólito y pasional”, con lo que los méritos caravaqueños, no es que comiencen a tomar cuerpo, sino que empiezan a diferenciarse y a poner de manifiesto que es tremendamente difícil estarles a la altura.
Son muchas las personas que, sin haber nacido en Caravaca de la Cruz, viven sus fiestas todos los años como enfervorizados defensores de los míticos y mágicos “Caballos del Vino” y de todas las celebraciones con las que las sanas gentes de la Ciudad Santa inician, cada año, el mes de Mayo, envueltos en gloria festiva y en tradiciones ancestrales que imaginan, diseñan, crean y viven con todos los sentidos, humana y físicamente reconocidos, así como alguno más que se incorpora para poder asumir y conllevar una celebración tan intensa que no tiene parangón y que, algún día, recibirá ese reconocimiento oficial, al que ha presentado oportuna candidatura, para convertirse en “Patrimonio Inmaterial de la Humanidad”, logro que tanto se persigue y que reside en las manos decisorias de la “Unesco”. Y se alcanzará el merecido deseo, seguro, tal como se consiguió, con justicia, lógica y tesón en el empeño, la ya veterana consideración de “Fiestas de Interés Turístico Internacional” o, mucho más importante todavía, la condición de Ciudad Santa a Perpetuidad concedida por la Santa Sede.
Caravaca de la Cruz es un municipio especial que pesa, y no poco, en el mundo entero, gracias a una reliquia que lo hace más querido, bastante más atractivo y que lo colma de fe, religiosidad y amor por una patrona convertida en una Cruz de doble brazo a la que todos veneran, adoran, rinden tributo y le conocen como la Santísima y Vera Cruz, algo tan especial, auténtico, querido y valorado que, a la llegada a esa ciudad, cuando intentas conocer costumbres, tradiciones y vivencias, observas que todo el mundo te dice aquello de “la política nos podrá distanciar, la militancia partidista nos llevará a mantener adversidad de criterio, cierto asociacionismo nos podrá impedir entendernos, el deporte nos animará a apostar por unos u otros colores, así como otra serie de colectivos y actividades que podrán, y ojalá que no se cumpla, instalarnos en la diferencia marcada, o no, pero lo que siempre nos ayudará a entendernos, nos dotará de vitalidad, ánimo, fuerza y nos mantendrá unidos y firmes a su lado, es nuestra querida Cruz de Caravaca”.
Cuando así lo escuchas, puedes imaginarlo excesivo, difícil, complicado y que, quizás, a quien te lo cuenta puede “habérsele ido la mano”. Pero, al paso del tiempo y cuando tienes oportunidad de comprobarlo en carne propia, te das cuenta de que no solamente es cierto, sino que, por añadidura, es bastante más intenso ese sentimiento, todavía, de lo que te han contado. Porque, además, Caravaca de la Cruz goza de una condición tan singular como inevitable: conocerte es amarte.
Y es que Caravaca es especial, porque la Cruz une a todo el mundo, porque las “kábilas” y grupos festeros no entienden de más diferencias que el pasárselo bien y disfrutar incesantemente durante casi toda una semana, porque, luego, tiempo habrá para el trabajo, las preocupaciones y los sinsabores, mientras la veneración de la Santísima Cruz fructifica, esencialmente, uniendo a todos los vecinos, manteniéndoles expectantes todo un año, trabajando en los mantos para enjaezar sus caballos, organizando las peñas, ensayando y entrenando para lograr subir la cuesta del castillo con un cuadrúpedo que, junto a cuatro jóvenes humanos a él enganchados, quieren lograr un triunfo que, lejos de ser personal, representa el engrandecimiento del sentimiento caravaqueño y el deseo de fortalecer las tradiciones de un pueblo que brilla, con luz propia, en el firmamento universal, gracias a esa Cruz que habita en su monumental Basílica-Santuario.
Desde allí, mantiene bajo su manto a tantos fieles como habitantes tiene el censo municipal, con sus pedanías y demás vecinos de sus amplios huerta y campo incluídos, así como a quienes, no habiendo nacido allí, saben y sienten que la Cruz es algo más que una patrona, porque se ha convertido en un sentimiento de pertenencia, devoción y admiración que anida y habita en el corazón de los caravaqueños de incontables generaciones, sí, pero también en el de muchos forasteros a los que ha hecho mella ese sentimiento que contagia y les enorgullece hasta defender el pin en la solapa, en ocasiones especiales; las costumbres como esencias, las tradiciones como valor y sus festejos identitarios como si de ser integrantes del colectivo oficial más relevante se tratara, porque para sentir, llevar, defender y lucir la Cruz no hace falta nada más que atesorar sentimiento por la Santa Reliquia.
Y, después de eso, caben muchas más cosas, pero, insistamos, después de eso y a no poca distancia, aunque bien es cierto que no pueden ignorarse las virtudes paisajísticas de esa Capital del Noroeste con sus “Fuentes del Marqués”, su escarpada cadena montañosa, sus alturas nevadas en invierno y, a veces, hasta sus calles, amén de la riqueza arquitectónica y monumental que ofrecen sus conventos, iglesias, su Basílica-Santuario, el casco antiguo, sus museos cuidados y dispuestos a realzar las marcadas habilidades técnicas de sus artistas, así como esa gastronomía respaldada por legendarios restauradores locales y, sobre todo y por encima de todo, la forma de ser, pensar, sentir, entregarse y ofrecerse de una caravaqueña ciudadanía que, antes que nada, antepone su pueblo, realza sus valores y eleva a su Santísima Patrona, amén de haber conseguido una agricultura floreciente, variada y técnicamente impecable, así como unos empresarios que, en numerosos casos, pueden instalar “escuela” para impartir los secretos, habilidades y compromisos necesarios con los que hacer grandes, exigentes y llenos de calidad los procesos productivos más innovadores y llevar “la marca” de “Caravaca de la Cruz” a esas cimas que ya tiene logradas, pero en las que, indudablemente, hay que seguir permaneciendo, persistiendo y capitaneando con holgada ventaja.
Como colofón a todo ello y ahora que es el momento adecuado por gracia del calendario y concesión perpetua de la Santa Sede, ese “Año Santo Jubilar” que hace grande al municipio y orgullosas a sus gentes, que genera atractivo para hacer crecer el número de visitantes y el fomento del turismo, que hace más intensa y sólida la fe y que, poco a poco, posibilita que el número de visitantes acumule para la población un valor añadido que ya se cuenta por millones de personas y que irá creciendo exponencialmente a medida que diversos factores, que no son fáciles de incrementar, ni sencillos de resolver, vayan viendo desarrolladas sus infraestructuras, como el crecimiento de sus plazas hoteleras, la capacidad para albergar a un mayor número de peregrinos simultáneamente, que los caminos de la Vera Cruz vayan tomando amplitud y nuevos recorridos con trayectos más ambiciosos, sus instalaciones ofrezcan albergues en los puntos intermedios de sus trazados y, en definitiva, se logre incorporar, en primer lugar, a un mayor número de murcianos, hasta conseguir que todos participemos en el “Año Santo Jubilar”, convertido en una cita programada cada siete años.
Pero, igualmente, que visitemos Caravaca de la Cruz con mayor frecuencia, porque engrandecer este municipio de nuestra tierra es fortalecer, también, nuestra región murciana y, de la misma manera, todos los benditos rincones que ofrece nuestra agrícola y atractiva geografía en sus diferentes latitudes, al igual que esos valores de la más diversa naturaleza que atesora por doquier.
Asimismo, ilusionados y unidos sin ningún tipo de reparo o excepción, necesitamos apostar porque la promoción del destino turístico del enclave del Noroeste murciano, en toda la geografía española, forme parte de un proyecto irrenunciable en el que todos nos hallemos implicados, al tiempo que no podemos dejar de embarcarnos en un proyecto internacional que transforme, a Caravaca de la Cruz, en ese atractivo turístico, ampliamente justificado, al gozar de las ventajas, virtudes y favores que solamente brindan cinco ciudades en el mundo de las que, una, es la propia Capital del Noroeste, a cuyo lado han de abrazarse, cómo no, el resto de municipios que conforman la comarca, porque todos, sin quedarse nadie al margen, resultarán beneficiados del turismo religioso y de todos los valores que, en su conjunto, ofrece ese quinteto de municipios que son Moratalla, Bullas, Cehegín, Calasparra y la propia Caravaca de la Cruz.
Que sus autoridades están ilusionadas, no nos cabe la menor duda; que luchan por conseguirlo, nos consta; que el trabajo nada tiene de sencillo, es muy cierto. Por eso, queremos aprovechar el momento para desearle a este “Pueblo Ejemplar” y, muy especialmente a sus autoridades, ánimo para no desfallecer, fuerza para seguir en el empeño, ilusión para tratar de alcanzar lo que, no siendo fácil, es necesario para el municipio, porque, seguramente, señores dirigentes caravaqueños, nadie se lo agradezca después, pero su conciencia, su orgullo de pertenencia, su amor propio y su corazón, sin la más mínima duda, se verán reconfortados el día que puedan decir aquello de “era difícil, pero… ¡¡¡lo conseguimos!!!”. Porque, además, entonces, la historia también lo recogerá como una obra humana impagable y, con letras de oro, lo dejará registrado en sus anales, como el propio “Año Santo Jubilar”, “a perpetuidad”.
Ojalá que todos estos sinceros y sentidos deseos se transformen en realidad y que la suerte, el destino, el trabajo y la proyección que se diseña, de cara al presente y al futuro, nos depare lo mejor, porque a todos nos conviene y porque Caravaca de la Cruz y su entorno de municipios lo necesitan y lo merecen. Así que… ¡¡¡adelante y a superar la asignatura con sobresaliente!!!.
Pedro Antonio Hurtado García

¡¡¡QUE LES SIENTE MUY BIEN!!!

Un año más, vuelven las “Jornadas Gastronómicas del Bonito del Norte” a “Casa Menéndez”, en la costera localidad de Águilas. Y lo hacen con tanta ilusión como siempre, con el mismo propósito de agradar, entretener, degustar, saborear y rendirle gloria a los paladares más exquisitos, disfrutando de un mismo producto, cocinado en las múltiples posibilidades que ofrece, como es el Bonito del Norte.

Pero, además, este año, gozamos de sensaciones, vibraciones, efemérides y circunstancias, tan propias como oportunas, para hacer la celebración, si cabe, mucho más agradable, cercana, divertida y más elaborada que nunca, si es que ello fuera posible. Porque, este año, conmemoramos el primer decenio de la inauguración de nuestro modesto, pero siempre comprometido establecimiento. Diez años al servicio de clientes, amigos y público que nos distingue con su siempre grata y enriquecedora visita, dos lustros llenos de celebraciones, conociendo amigos, impulsando nuestras cocinas y tratando de descubrir nuevos sabores, mejores combinaciones culinarias y placeres diferentes para los paladares más exigentes, una situación que se hace mucho más agradable al sabernos ganadores del concurso internacional que nos acredita como elaboradores de la mejor fabada del mundo fuera de Asturias. Todo un honor que jamás hubiéramos imaginado, pero que se ha convertido en una evidente y palpable realidad que nos honra hasta tal punto que nos resulta complejo poderlo expresar con las adecuadas palabras.

Y, ¡¡¡lo más importante!!!, gozando, a cada momento, de lo mucho y bueno que nos enseñan todas las personas que nos visitan con sus opiniones, conocimientos, criterios y todos esos detalles que nosotros, como auténticas esponjas, tratamos de absorber para incrementar nuestra cultura cocinera e ir descubriendo nuevos platos sin perder, nunca, nuestra propia identidad geográfica, como también absorben la policromía adecuada los pinceles del maestro Julio Ruiz, un artista de los lienzos que ilustra nuestras dobles jornadas anuales con sus ávidos trazos que ponen arte en la creación de nuestros murales anunciadores.

En estas jornadas dedicadas a ese producto tan rico y sabroso, como es el Bonito del Norte, queremos, esencialmente, que se sigan aglutinando conocimientos, opiniones y valoraciones de nuestros comensales para continuar descubriendo todas esas alternativas que nos ofrece ese inagotable pozo sin fondo que es el sentimiento cocinero, la figura de la guisandera y el mimo “al punto”, al instante de cocción y a la elaboración refinada, exquisita y que no solamente alimenta, sino que, además, divierte y hace disfrutar a los comensales.

Con la misma coherencia de siempre e intentando localizar nuestra celebración, dentro del calendario, en días muy semejantes a los de anteriores ediciones, este año, nos toca reservar 20, 21, 22 y 23 de Julio, como fechas en las que enmarcar nuestras “VII Jornadas Gastronómicas del Bonito del Norte en ‘Casa Menéndez’”, otro “examen” para Teresa y Bautista que, con la ayuda de todos Vds., esperan superar y no con sobresaliente, sino con matrícula de honor, sencillamente porque Vds. no merecen menos.

Ya saben que nosotros, principalmente Teresa, preferimos hablar con resultados y, eso, exactamente, es lo que hace ella en los fogones, expresarse con unos cocinados que no dejan opción a la consulta, sino al elogio, la aprobación con nota destacada y la sensación de placer y buen gusto que, con su mimo, pone en cada plato que presenta en las mesas de sus instalaciones, donde ofrece la variedad de sus alquimistas resultados un Bautista que nunca se olvida de buscar la frase adecuada, el momento curioso, la palabra más conveniente y, en definitiva, hacer la comida agradable, no solamente por sabor, sino, al mismo tiempo y como no menos importante, por lo placentero de la estancia.

Diviértanse y disfruten y, cuando acaben, por favor, la mejor publicidad con la que nos pueden apoyar es no decir nada, porque luego se nos llena el establecimiento, no podemos atender a los abultados asistentes y, por lo tanto, se coinvierte todo en “un lío”, si nos permiten la tradicional y tierna broma, siempre tan nuestra y tantas veces utilizada, pero que usamos, una vez más, como simpática prueba de cariño y cercanía con nuestros comensales, quienes, con su asistencia, ya nos trasladan enorme confianza, intensa responsabilidad y, ahora sí, un “examen” convertido en auténtica “tesis doctoral” que, seguro, también superaremos con la inestimable ayuda y la generosa comprensión de todos Vds.

Así que, este año, no les vamos a decir aquello de “Que aproveche”, ni a referirnos a la “Esencia cocinera” o a todos esos titulares que hemos dedicado a esta reseña en ediciones precedentes, sino que les vamos a aconsejar, simple y llanamente, que hagan de la comida un disfrute para el paladar, de la compañía un deleite y de su convivencia un inmejorable paraíso.

Ojalá que las temperaturas que estamos “sufriendo” este verano nos permitan disfrutar de todas las virtudes del Bonito del Norte y que no nos asfixien, en nuestros traslados, los implacables rayos del astro sol, porque, en las instalaciones de “Casa Menéndez”, como Vds. saben, tenemos todo el producto directamente importado desde Asturias, pero además del que se cocina, también tenemos la costumbre de traernos el suave y placentero clima del Principado, esa temperatura que marca una diferencia confortable y extraordinariamente considerable en favor de quienes asisten y con la mayor y más severa adversidad para quienes deciden quedarse fuera. Así que nada más podemos decirles, salvo que lo pasen de maravilla en esta casa que es la suya, tanto como nosotros les disfrutamos a Vds. Y, eso sí… ¡¡¡que les siente muy bien!!!.

Pedro Antonio Hurtado García

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Telediario /RM y Poesia Marcos Salvador Romera

Artículos de Prensa

La Nueva España


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